jueves, 18 de diciembre de 2008

Felicidades


Felicidades! from Record 124 on Vimeo.

Hoy se acercan las fiestas, y no son pocos los problemas que estamos viviendo. Por un lado la alegría de festejar nada menos que 25 años de democracia, una democracia joven, que debe crecer día a día, y por el otro, la responsabilidad como radicales de mantener los ideales mas firmes que nunca. Una responsabilidad patriótica, personal, e ineludible. Adelante Radicales.
Muchas Felicidades.

25 Años de Democracia


Hay Muchas formas de festejar estos 25 años de democracia que supimos conseguir, pero creo que la mejor forma es recordar y comprender los momentos políticos y sociales que se vivían en ese entonces para dar con una justa valoración de lo vivido, nada fácil por cierto, por esta razón me pareció oportuno el poner en este blog el editorial publicado por el diario El País de España, tal vez la parte triste es que tengan que decir estas palabras desde otro país pero no por ello pierden su valor. Vale la pena leerlas...

EDITORIAL DEL DIARIO "EL PAÍS" DE ESPAÑA
 
 
Que una sociedad le dé las gracias a un político es un acto casi extravagante, por lo desacostumbrado. No debería ser así porque, si nos libramos de los prejuicios relacionados con la política, deberíamos reconocer que, como dice Hanna Arendt, las pocas y raras ocasiones en las que se ha logrado cambiar algo, ha sido precisamente cuando hombres y mujeres plurales se han asociado para actuar políticamente. Hay políticos que se merecen el agradecimiento de sus conciudadanos y que no son los héroes que les llevaron a la guerra o les exigieron esfuerzos insufribles, sino los del tipo que le gustaban a Romain Roland, héroes que hacen todo lo que pueden. Los argentinos empiezan ahora a darse cuenta de la importancia que tuvo la presidencia de Raúl Alfonsín, cuando, hace 25 años, se hizo cargo de un país que salía arrasado y desmoralizado de ocho años de feroz dictadura militar. En unas circunstancias extremadamente difíciles, Alfonsín hizo todo lo que pudo para defender el sistema democrático y devolver a los ciudadanos su dignidad colectiva.

A Alfonsín se le ha reprochado que dejara al país sumido en una violenta crisis económica y que aprobara las leyes de Punto Final y Obediencia Debida que permitieron salir indemnes a muchos militares que habían asesinado, violado y torturado.

Pero fue Alfonsín quien sentó en el banquillo a los ex comandantes que integraron las Juntas Militares, y lo hizo cuando todavía estaba incólume la estructura castrense que había sostenido la dictadura. Fue él, y no Menem ni Kirchner, quien envió a la cárcel, con condenas a perpetuidad, a Videla, Masera y Agostí. Alfonsín recibió un país cuya industria había desaparecido y todos los planes de estabilización que intentó fueron boicoteados por muchos de quienes ahora le alaban. La misma CGT que nunca organizó una huelga general durante los ocho años de infamia militar, lanzó nada menos que ocho al presidente democrático.

Saludemos pues el desacostumbrado ejercicio de agradecimiento a un político honesto, una cualidad que nadie ha negado nunca a Alfonsín y que, desafortunadamente, ha estado tan poco presente en alguno de sus sucesores.